Nunca se bailó tanto con el pesimismo
Han pasado siete años desde La Polinesia Meridional y dos desde el primer adelanto de este nuevo trabajo. Demasiado tiempo sin Guille Milkyway. Y aunque no ha estado parado en estos años (pinchando en salas y festivales, produciendo para Fangoria y colaborando en TVE) echábamos de menos a La Casa Azul.
Pero la espera terminó y ya tenemos aquí La Gran Esfera, lo último de un artista de esos que si nuestro país tuviera un poquito más de cultura musical debería ser mainstream y llenar grandes recintos. Pero España es como es, así que al menos aprovecharemos para poder verlo más de cerca, disfrutando de un artista único.
Han sido 4 los adelantos de La Gran Esfera espaciados en el tiempo. El primero, Podría ser peor, hace tiempo que lo lleva en sus conciertos y ya no hay ni un fan que no la cante. Es un ejemplo de una de las especialidades de Guille. Ese pesimismo casi crónico con el que consigue hacer bailar a todo bicho viviente y hacer que sus directos sean de los más divertidos y liberadores de nuestra escena musical.
Después llegaron El momento, el de coger las riendas de tu vida. A golpe de cambio de ritmo y subidón, algo que también domina a la perfección, cuenta que no hay que dejar la vida pasar para después lamentarse por un amor que hemos dejado morir:
Cómo podría ser
¡se que podría ser!
era el momento de empezar a latir…
A T A R A X I A donde habla del preciso instante del enamoramiento en – a ratos – un medio tiempo y en el que mezcla con habilidad «sus sonidos» y numerosas capas, con un piano más clásico y Nunca nadie pudo volar o lo que podría ser lo mismo, que no os engañen, mejor «más vale ciento volando…», nunca hay que renunciar a soñar.
Después de estos 4 clásicos instantáneos de su discografía y del pop en español ya casi no esperábamos mucho más, pero Milkyway nos tenía reservadas alguna sorpresa. Entre melodías luminosas y mensajes más o menos oscuros nos invita Hasta perder el control recordando a Alfonso Santisteban; o de nuevo a volar y escapar hasta Saturno con una melodía casi de teclado infantil al arrancar y un final de sintonía de serie de ciencia ficción de los 80. Y para terminar Gran Esfera, que da título al disco y lo cierra tan brillantemente como sólo un artista único puede hacer.
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