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Crítica de ‘Un hombre rubio’ de Christina Rosenvinge

Mucho más que un gran momento creativo

Christina Rosenvinge es una artista que ha sabido crecer y mantenerse – que no reinventarse, que nunca le ha hecho falta – y siempre siendo interesante y actual. Da igual que escuchándola te acuerdes de P.J. Harvey o que con Soledad Vélez lo hagas de ella, Christina es una de las artistas nacionales con más personalidad, discurso y talento y con su noveno disco en solitario lo ha vuelto a demostrar.

Disco escrito en parte desde un punto de vista masculino – que va cambiando de persona según pasan los temas – y en parte para hablar sobre esos hombres que han formado parte de su vida denunciando al mismo tiempo los abusos de un patriarcado cada vez más peligroso al estar oculto tras un falso feminismo políticamente correcto. ¿Quién reconoce abiertamente no ser feminista?.

Un hombre rubio se abre con La flor entre la vía. Su letra es una síntesis del poderoso mensaje del disco hacia derribar los roles de género. En este caso tópicos asumidos de manera voluntaria (o no tanto) por los hombres, de los que muchas veces nosotros mismos alardeamos, pero que sería mucho mejor que dejáramos atrás y saliéramos de la corriente: «No soy cazador» «No soy José ni María» «No soy matador».

Afónico es prima hermana en espíritu y cuenta con varios ejemplos más de acertadas metáforas. Y es que Christina cada vez es mejor letrista y es capaz de contar muchas cosas con profundidad en cuatro minutos y dejando un hueco para la esperanza y el sentido del humor: «Soy yo el que cuida de tus cabras, soy yo con el hacha en el altar, el que espera algún consuelo, la bestia que se devora a si misma».

Romance de la plata es una dura canción de despedida dedicada a su padre pero sin rencores ocultos, tratando de establecer puentes con él, en la que brillan unos fantásticos arreglos – aquí coros y teclados – que son mayoría en Un hombre rubioAna y los pájaros, donde una delicada guitarra y su sensible forma de cantar acaricia una letra sobre amores fugaces. O en El pretendiente Berta multiplicada donde muestra su lado más reivindicativo, con llamamientos hacia la situación de los inmigrantes y el asesinato de Berta Cáceres por su lucha contra crímenes medioambientales.

Niña animal vuelve a cargar las tintas sobre la educación y cómo podrían cambiar las cosas. Aguantar es lo que se las pide a las mujeres, a las que se las enseña desde pequeñas cómo deben comportarse. Pero ¿aguantar el qué? y ¿para qué?. La piedra angular, en la que se atreve con unos silbidos, cierra un disco producido ¡y con cuánto talento! por ella misma, lo que es otra señal más de su enorme personalidad creativa. Decir que está en un gran momento se queda corto para definir a una artista que lleva haciendo fantásticas canciones varios lustros.

 

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