Largo viaje hacia la noche de Bi Gan. Búsqueda inmersiva de la persona amada a través de los sueños del protagonista. La mejor utilización del 3D hasta la fecha (casi la única que ha merecido la pena si quitamos los juegos de feria para niños). Más que una película, una experiencia única.
Parásitos de Bong Joon-ho. Uno de los directores más importantes de nuestro tiempo (Okja, Mother, Memories of murder) haciendo una incisiva crítica de la lucha de clases. Al salir tienes más preguntas que soluciones magistrales, a una situación a la que muchas veces simplemente nos acomodamos.
The Irishman de Martin Scorsese. Nueva lección del maestro norteamericano en «su género» o ¿es en realidad una historia de amor?. Más serena, equilibrada y, aunque parezca increíble viniendo de él, más sabia que sus últimos trabajos. La mejor interpretación de sus protagonistas en mucho tiempo. Sólo una pregunta me inquieta, ¿es necesaria la tecnología «rejuvenecedora»?. Los rostros tienen un pase, pero el movimiento de los personajes chirría. ¿Qué hubiera pasado por ejemplo en El Padrino si Marlon Brando hubiera hecho de él mismo de joven?
An elephant sitting still de Hu Bo. Justo antes de suicidarse, el cineasta chino entregó esta película de historias cruzadas que radiografía las derivas del presente en su país, que se desarrolla en un sólo día y en la que todo termina encajando. Una gran pérdida para el cine.
Border de Ali Abbasi. El cine fantástico en su mejor expresión, renovando un género a veces anquilosado. Sorprendente, siempre por delante del espectador (inquietándolo y dejándolo con la boca abierta), con muchas cosas que decir y la forma perfecta para hacerlo.
Érase una vez en… Hollywood de Quentin Tarantino. Lo que más nos sorprendió al verla es su falta de nostalgia de una época que suele pecar de ello cinematográficamente. Mucho más que un homenaje al cine de un director al que a veces se menosprecia injustamente por exceso de cinefilia. Comparte lista con Scorsese, dos de los poquísimos directores de los que podríamos llamar «el gran cine norteamericano» que quedan en la brecha.
Ad Astra de James Gray. Un Brad Pitt espléndido en un viaje a las tinieblas de la raza humana, con las obsesiones habituales de Gray entorno a la familia y sus relaciones y un final abierto a la interpretación.
Historia de un matrimonio de Noah Baumbach. Siempre nos hemos movido con Baumbach entre los trabajos que nos gustaban mucho y los que nos resultaban algo repelentes. Esta es de sus más atinadas películas. Grandísimas interpretaciones de su pareja protagonista, dolorosas situaciones y diálogos. Aunque si tenemos que echarle algo en cara y es la excesiva animadversión contra el personaje de Scarlett Johansson, se hubiera agradecido algo más de neutralidad.
La casa de Jack de Lars von Trier. La provocación en sus manos es una obra maestra. Parece claro que para el danés la historia de América es la historia de la violencia. Pero ¿también es la violencia una obra de arte?
La Favorita de Yorgos Lanthimos. Si hablamos de provocación con Lars Von Trier, con Lanthimos tampoco podemos dejarla de lado. Aunque el griego en esta ocasión se refina en su incursión en las intrigas palaciegas, pero eso sí, sin perder un gramo de fuerza. Espectaculares Olivia Colman y Emma Stone.
Desgraciadamente los avatares de la industria hacen que parte del cine español más interesante aguante poquísimas semanas en cartel, con muchas competencia y pocas salas (haciéndolo a veces en un circuito de exhibición a veces poco accesible) concentrándose además en las últimas semanas del año parte de esos estrenos. Es por esto (y por circunstancias personales) que en 2019 esta lista tenga grandes ausencias. No hemos podido disfrutar por ejemplo de películas muy prometedoras como La Virgen de agosto de Jonás Trueba, Longa noite de Eloy Enciso u O que arde de Oliver Laxe.
Pero vamos a aprovechar este apartado de Lo Mejor de 2019 para recomendar la película que más nos ha gustado de lo que hemos alcanzado a ver en el apartado nacional, sin duda merece la pena. Dolor y gloria de Pedro Almodóvar. Como siempre unas grandísimas interpretaciones (puede que el mejor Antonio Banderas de su carrera), una factura impecable, pero además en esta ocasión ha conseguido el favor de la crítica de la forma más unánime desde hace más de una década. Almodóvar saca los demonios de dentro, hablando de un director de cine avejentado y cansado, de su relación con su trabajo y el arte en general y por supuesto con su madre.
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