No sólo una película sobre los peligros de las drogas
Felix Van Groeningen,que llamó la atención internacional en 2012 con la interesante Alabama Monroe, ha confirmado su proyección internacional con Beautiful Boy. Es cierto que la sinopsis no aporta ninguna extraordinaria novedad. Un adolescente con problemas de adaptación cae en el mundo de las drogas en una espiral de autodestrucción sin fin. Parece que estamos ante una nueva llamada de atención ante el peligro de la drogadicción, con lugares comunes con muchas películas. Padres separados, juventud difícil, espíritu artístico, afición por artistas con final trágico (Nirvana y Kurt Cobain casi como cliché). Pero ahí es donde el guión, basado en las memorias de David Sheff y Nic Sheff, nos sorprende.
El padre, interpretado por un Steve Carell que hace tiempo ha consolidado su carrera lejos de la comedia, no cumple todos los tics habituales y se enfada con su hijo recriminándole su comportamiento. No es un monolítico super héroe, no lo entiende y lo persigue y atosiga, equivocándose en su intento por hacer las cosas bien. Además la relación con su exmujer es más compleja de lo que nos tiene acostumbrado el cine con esta temática. Pero por donde más sorprende el guión es en su juego con los límites de lo políticamente correcto en la representación del disfrute de determinadas sustancias. El protagonista se engancha y recae porque le hace sentir bien y las imágenes y la gran interpretación de Timothée Chalamet (que si hablamos de confirmar carreras ha vuelto a deslumbrar a todo el mundo) se encargan de mostrarlo.
No es desde luego una Obra Maestra, pero es un buen ejemplo de que con un material digamos que limitado se puede hacer un trabajo más que digno.
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