La semana empezaba el domingo 25 de febrero asistiendo a la representación en los Teatros del Canal (Madrid) de Tata Mala, un paso más en el gusto por las artes escénicas de Enric Montefusco, que ya intentó incorporarlas a sus shows con Standstill. Mientras el público encontraba su sitio alrededor del escenario ya se podían adivinar algunas pistas de por dónde iban a ir los tiros. Alrededor de un cuadrado cubierto con papel de embalar estaban sentadas personas de diferente edad, sexo y raza, con los pies descalzos y un pañuelo rojo anudado en la muñeca o la cintura.
Tres actores fueron interpretando distintos personajes, hablando de una historia personal y trágica pero a la vez cotidiana y más habitual de lo deseado, basada en un texto original de Diana Bandini. Una joven crece ante una familia que no la entiende y que reacciona de manera violenta ante la incomprensión. Todos los sentimientos que la magnífica expresión corporal de los actores hacían aflorar eran incrementados por los Falcons de Barcelona y sus figuras casi imposibles estilo «castellers» (cultura popular como vía de unión y salvación del sufrimiento, algo que Montefusco viene un tiempo empeñado en alcanzar) y por la emocionante música de Enric, que parecía estar escrita para la ocasión. Resultó una noche llena de sentimientos en la que público y artistas se podían sentir muy cerca por haber compartido una experiencia tan íntima.
El sábado 3 de marzo el concierto en la sala Moby Dick comenzó con dos canciones «antiguas» de la época Standstill. El formato acústico le sienta de maravilla, casi tanto como a las canciones de Meridiana, su primer disco en solitario. Algo de lo que no había duda desde que escuchamos el disco (seguramente compuesto en su mayor parte en este formato) y fiándonos más que de nadie de su maravillosa y emocionante voz. No hace falta nada más (incluso cuando confesaba estar con problemas de voz).
Recordó el show de Tata Mala una semana antes, preguntando quién había estado y confesando lo emocionante que fue también para ellos. Sonaron Feliz en tu día que según él, escribió tras un cumpleaños que no olvidará nunca. Meridiana, que da nombre a su magnífico disco de debut en solitario y que en cada concierto intenta explicar buscando equivalentes a ese barrio en las ciudades que visita. No hace falta mucha explicación Enric, la canción llega hasta el tuétano a no ser que seas un témpano.
Todo para todos es un buen ejemplo de eso que comentábamos de querer llegar al público a través de lo cotidiano, de conseguir unión entre iguales más allá de absurdas brechas basadas en mentiras dirigidas desde fuera. Para Flauta Man respondió a la petición popular y se puso de pie para que todos le viéramos mejor. «¿Quién no conoce a las Mama Chicho?» preguntaba divertido mientras se levantaba y comentaba qué raro estar de pie y solo en el escenario.
¿Por qué me llamas a estas horas?, la canción que más veces a cantado en directo y que compuso en un momento de crisis. Imposible no escuchar este tema y que no se te pongan los pelos de punta. No me canso de decirlo, el poder de la voz de Enric Montefusco y su capacidad para llegar a la gente no la he visto muy a menudo. El Riu de L´oblit sobre una persona que va perdiendo la memoria, vuelve a conseguir el silencio absoluto en la Moby Dick mientras recuerda su concierto en la Joy Eslava justo un día antes del 1O y como pudo cantar en catalán con el máximo respeto y normalidad. Y que mejor que enlazar esta canción con una versión de Albert Plà, Todo es mentira, que ya ha tocado varias veces en directo y para la que se tiene que sentar porque no se fía de acordarse de la letra. Nos da una alegría confesando que en breve se dará a conocer algo que han hecho juntos y en la que habrá más colaboraciones (¿Niño de Elche quizá?).
Adelante Bonaparte porque hay que seguir buscando un plan para escapar hacia adelante. Y en seguida pregunta si «¿son los bares de chinos lo mismo en Madrid?» explicando de qué trataba Obra maestra. «Sobre alguien que no está muy fino y sobre ti mismo que también estás allí». Otra buena muestra de lo que ha conseguido con Meridiana. Volvió para tocar Todo para todos entre el público como viene siendo habitual entre palmas, coros y sonrisas.
Cada vez que asistimos a un concierto/obra suyo y salimos habiendo experimentado tantas emociones sólo se me ocurre decirle una cosa: ¡GRACIAS!
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