Crónicas de Conciertos y Festivales · Música

Crónica del concierto de Ojete Calor en La Riviera. Madrid, 23 febrero 2019

DIVERSIÓN SIN TREGUA

Si alguna lección sacamos de la noche de ayer (23 de febrero) en La Riviera de Madrid es la confirmación de que la música en directo es mucho más que eso que muchos habíamos aprendido a fuego: que la calidad del artista depende de lo triste o intenso que se ponga. Desmontando también prejuicios tan absurdos (siempre lo son pero más todavía en el mundo de la música) sobre qué es lo indie o qué se debe escuchar para ser el más guay del Primavera Sound y contradiciendo la algo manida frase: «escucha música pop porque está deprimido o está deprimido porque escucha música pop».

Ojete Calor o sea Aníbal Gómez (también Ruido Paraíso) y Carlos Areces forman parte de algo llamado subnopop, etiqueta que no sé yo si es muy atinada y que engloba a gente como las añoradas Las Bistecs o Putochinomaricón.

Sonaron hits ya clásicos como 0’60, Viejoven, Cuidado con el Cyborg (Corre Sarah Connor) o la nueva Mocatriz intercaladas con introducciones a las canciones y chistes de la pareja. Su directo gana cuanto más bakalas se ponen (aunque tampoco estuvo nada mal el momento folkie sentados en el escenario) y hacen menearse a toda la sala. Damos fe que en festivales también lo consiguen.

Entre los invitados a la fiesta estaban Joaquín Reyes y las menos esperadas Ana Morgade y Loles León, que cantaron y disfrutaron sobre el escenario como merecía la ocasión y se adaptaron a las mil maravillas al show del dúo.

Los dos se pasearon sobre el público sobre unas barcas de playa al son de Quién maneja mi barca, subieron a un toro mecánico, interactuaron con el público y supieron animar la sala para que el – eso si, algo corto – show fuera un momento para disfrutar, bailar y cantar sin pensar en nada. Todo un logro.